domingo, 18 de enero de 2015

Promoviendo una resiliencia sostenible: Abordando los macro-riesgos de la vulnerabilidad


Por Inge Kaul
Foto: Annais Ferreira (Flickr bajo licencia Creative Commons).
Foto: Annais Ferreira (Flickr bajo licencia Creative Commons).
“Vulnerabilidad” y “resiliencia” están entre las nuevas palabras de moda de la comunidad internacional. Estas vulnerabilidades incluyen desde la vulnerabilidad en las cadenas de abastecimiento a la vulnerabilidad de comunidades y personas; y las políticas propuestas en respuesta –que apuntan a fortalecer la resiliencia – incluyen desde la protección al transporte marítimo hasta la instalación de sistemas de alerta temprana, elevando viviendas y ofreciendo seguros de bajo costo a las personas.
Estas medidas son importantes y son requeridas con urgencia, porque las estadísticas sugieren que está creciendo el número de riesgos a los que nos enfrentamos; así como los costos de las crisis y desastres naturales y provocados por humanos.
De hecho, la lista de desafíos globales se alarga cada vez más, incluyendo, entre otros, el calentamiento global, la pérdida de biodiversidad, la creciente escasez de agua, nuevos tratamientos médicos, el aumento de la inequidad y la pobreza persistente, la excesiva volatilidad financiera, el comercio ilícito, la inseguridad cibernética y otras formas de crimen y violencia transfronteriza.
Si consideramos que estos desafíos están contribuyendo directamente a la acumulación de problemas de vulnerabilidad, entonces surge una nueva pregunta: ¿Todos estos desafíos están ocurriendo juntos por casualidad? O, ¿tienen una causa en común?

Rastreando los macro riesgos de la vulnerabilidad: la paradoja de la soberanía
Examino esta cuestión en un artículo reciente; y el principal descubrimiento es que este último parece ser el caso. Los riesgos que se multiplican y las vulnerabilidades de hoy en día pueden ser rastreados hasta una causa en común: la paradoja de la soberanía.
La paradoja de la soberanía aparece porque en casi todas las áreas de políticas, los Estados tienden a aferrarse a una noción estricta y convencional de soberanía. El miedo de que la cooperación internacional pudiera arriesgar su soberana formulación de políticas, lleva a los estados a rehuir de la cooperación internacional efectiva y justa. Sin embargo, los desafíos internacionales suelen requerir justamente eso, una solución multilateral colectiva. Pero como este tipo de cooperación escasea, los problemas permanecen sin resolución y se les permite asumir parte de las crisis. Al final se logra lo contrario a lo que se buscaba: en lugar de asegurar una formulación soberana de sus políticas, la están perdiendo, parte por parte, tras cada crisis.
Por supuesto, las preocupaciones de los Estados por perder la soberanía en la formulación de sus políticas están, en gran parte, justificadas, ya que las políticas de poder y las estrategias de “suma cero”  son aún bastante comunes en la cooperación internacional, a pesar de la naciente tendencia hacia la multipolaridad y las crecientes demandas por más justicia global. Por otra parte, resolver varios desafíos globales significa crear un Bien Público Global (BPG); y los BPG, como cualquier otro tipo de bien público, corren el riesgo de ser «parasitados» (el llamado «free-riding») . Cabe destacar, en este caso, que los  que actúan así no son sólo los actores de mercado, sino también los Estados. La razón es que, en presencia internacional, los Estados son también actores individuales; y como tales, también pueden sentirse tentados a participar como polizones en contribuciones a bienes públicos globales, como la mitigación del cambio climático. Entonces, las preocupaciones por la soberanía y la falta de motivación para cooperar, a veces se entrelazan.
Aun así, sin importar la razón o combinación de razones de su existencia, la paradoja de la soberanía está en la raíz de la propensión a la crisis del mundo de hoy.
Entonces, ¿Cómo podemos escapar de esta trampa de políticas?

Escapando de la trampa de políticas de la paradoja de la soberanía
Para llevar al mundo a un camino de crecimiento global y desarrollo más sustentable, hay dos reformas prioritarias:
- Elaborar un acercamiento a la cooperación internacional compatible con la soberanía: Esto necesitará primero una prueba convincente de que para los problemas globales marcados por la interdependencia de políticas entre países,  una justa y efectiva cooperación está entre los intereses propios de los Estados. Segundo, debemos forzar el consenso en pos de una soberanía “astuta” y de respeto mutuo, por ejemplo, un ejercicio de soberanía que combina la persecución de intereses nacionales con respeto por la soberanía de otros Estados, incluyendo respeto por el hecho de que otros puedan querer un beneficio neto de la cooperación internacional.
- Establecer un consejo administrativo global independiente de alto nivel: Este ente debería asistir a actores estatales y no estatales para estar en conocimiento del dominio público global, por ejemplo, el armado de BPG, incluyendo bienes globales, humanos y  naturales, que son mayormente pasados por alto y no administrados. Por lo tanto, el Consejo no debería ser simplemente otro ente estadístico intergubernamental. Más bien, debería ser un ente multiactor, preocupado por combinar los intereses de los Estados, sin importar cuan diversos sean, con los requerimientos sistemáticos  de los BPG, incluyendo los bienes naturales y creados por el hombre, y los de la Tierra en conjunto. En verdad, los Estados hoy suelen ser sólo un grupo de actores. Sin embargo, tienen poderes legislativos; y, por lo tanto, sería útil crear tal Consejo Administrativo Global en la ONU.
Promocionar más crecimiento y desarrollo global sustentable es, por lo tanto, posible. Quizás, el proceso posterior a la Agenda 2015 o la subsecuente conferencia Monterrey Plus propuesta para mediados de 2016, puedan alcanzar un acuerdo internacional sobre el tipo de reformas aquí sugeridas.
Si no se llevan a cabo tales reformas, podríamos ver un mayor crecimiento en riesgos y crisis generadoras de vulnerabilidad y catástrofes. Las medidas de resiliencia que se implementan en su lugar para hacer frente a las disrupciones serían meramente paliativas y no nos devolverían al camino de la sustentabilidad. Claramente necesitamos dos conjuntos de medidas. Medidas que nos permitan enfrentarnos mejor a los efectos nocivos de la atrasada reforma de la gobernanza global, y medidas que vayan a la raíz de los problemas presentes y aborden el macro riesgo: la paradoja de la soberanía.
En otras palabras, mejorar la sostenibilidad requiere que reconozcamos que ya nos hemos apartado del clásico orden mundial del estado de Westfalia hacia una “Westfalia 2.0”. Este nuevo orden mundial debe reconocer que en los campos de las políticas interdependientes –de las cuales hay cada vez más – la forma más sabia de lograr los intereses nacionales es una cooperación internacional justa.


Esta nota se basa en:
Kaul, I. 2014. Fostering Sustainable Human Development: Managing the Macro-risks of Vulnerability. New York: UNDP Human Development Report Office. Occasional Paper.
_____. 2013. “Meeting Global Challenges; Assessing Governance Readiness”. En The Governance Report 2013, ed. Hertie School of Governance. Oxford,UK: Oxford University Press.


Traducción de Agustín Tejo, voluntario en línea de la ONU.

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