miércoles, 27 de noviembre de 2013

Trabajo decente e igualdad de género | Blog Humanum


Foto: Museo Reina Sofia (bajo licencia Creative Commons)
Foto: Museo Reina Sofia (bajo licencia Creative Commons)
Recientemente se ha lanzado el informe “Trabajo decente e igualdad de género: Políticas para mejorar el acceso y la calidad del empleo de las mujeres en América Latina y el Caribe”. ¿Por qué este informe?
Frente al escenario de incertidumbre mundial y la crisis en la que se debaten algunas de las economías más desarrolladas, los países de América Latina y el Caribe han resistido los embates externos con mayor vigor y menores costos que en el pasado, y persisten en su búsqueda de vías que permitan sostener el crecimiento y acelerar los avances hacia una mayor equidad e igualdad en la región. Sin embargo, la región continúa enfrentando desafíos estructurales,  a la par que pierde oportunidades para cerrar brechas de ingreso y de bienestar, puestas en tensión, entre otras, con la masiva incorporación de las mujeres al mercado de trabajo.
La contribución de las mujeres al trabajo remunerado y no-remunerado, así como a las tareas de cuidado para la generación de bienestar y riqueza de los países, y a la reducción de la pobreza, han sido escasamente consideradas y abordadas como una dimensión por las políticas públicas, con el resultado de que un alto porcentaje de mujeres vive hoy en pobreza de ingreso, y se ve privado del derecho a la educación,  la salud, la seguridad, al  poder de decisión, y al cuidado, entre otros.
Si América Latina y el Caribe quiere abordar eficazmente sus enormes desigualdades sociales, y reducir la discriminación sobre la participación de las mujeres en el mundo del trabajo, necesita concentrar esfuerzos, recursos y espacios en las políticas públicas, ya que se han visto  escasamente beneficiadas por el crecimiento económico, el mercado de trabajo, y las redes de protección social. “La igualdad de género y la autonomía económica de las mujeres es todavía una meta por alcanzar en América Latina y el Caribe”, dice el informe.
Este Informe Regional, resultado del esfuerzo de cinco organismos internacionales: la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ONU Mujeres–Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres–,el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y la contribución de innumerables actores,  está concentrado en el empleo de las mujeres de la región, y llega en un momento oportuno para contribuir a la reflexión y la acción en torno a algunos de los problemas centrales del mundo del trabajo. Contiene un sucinto diagnóstico de la situación de las mujeres de América Latina y el Caribe, para registrar los avances y problemas que persisten y dificultan el cierre de las brechas de género, presenta experiencias de políticas de empleo donde se incorpora la dimensión de género y propone recomendaciones de políticas que contribuyan a la equidad de género.
Este Informe Regional ha sido estructurado en cuatro capítulos. En el primero se analiza la relación entre el desarrollo y la igualdad de género a la luz del escenario económico recientey el desempeño de los países de la región en cuanto al papel de las mujeres en el mercado de trabajo. En particular, se examina la participación laboral femenina, el tipo y calidad de los empleos a los que acceden las mujeres, la brecha de desempleo por sexo, el subempleo, la distribución sectorial de las ocupadas, la cobertura en materia de seguridad social, la informalidad, el tiempo total de trabajo y las brechas de ingresos respecto de los hombres.
En el segundo capítulo se abordan los efectos de la discriminación de género en la región. Este fenómeno se traduce en desigualdad y exclusión social. La discriminación parte desde el momento en que el aporte que las mujeres realizan al funcionamiento de sus familias y de la sociedad a través de las tareas domésticas y el cuidado de la familia,  que no es reconocido en las cuentas nacionales ni por la sociedad. La evidencia indica que la pobreza en la región es crecientemente importante para las mujeres. Enfrentan pobreza de ingreso, pero también de tiempo disponible y es mayor entre las trabajadoras indígenas y afrodescendientes. Las mujeres se concentran en el trabajo doméstico, una de las ocupaciones donde se registra más déficit de trabajo decente.
En el tercer capítulo se analizan las políticas e iniciativas públicas para la promoción del empleo y las condiciones en que las mujeres puedan acceder y permanecer en el mercado de trabajo. Se examinan la institucionalidad, la transversalidad, la financiación y la fiscalización de estas políticas: ¿Cómo se hace una política de género? ¿Con qué recursos? ¿Con cuáles actores? Se reflexiona sobre el papel de los sindicatos y de los empleadores en la construcción de políticas, así como respecto de la política social y su impacto para el empoderamiento de las mujeres.
El informe finaliza con un cuarto capítulo, en el que se presentan algunas recomendaciones, que buscan apoyar a los gobiernos, organizaciones de trabajadores y de empleadores, además de los movimientos de mujeres en la construcción de las políticas para mejorar el acceso y la calidad del empleo en sus países. Les invito a conocerlo.

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