martes, 21 de mayo de 2013

La nutrición: más allá de la división Norte-Sur | Revista Humanum



Por Louise Agersnap, Florence Egal y Martina Park [i]

30 Marzo 2012, Roma - Una clienta usa un billete en euros para pagar sus vegetales en un puesto de verduras en el mercado de Esquilino en Roma. Foto: ©FAO-Alessia Pierdomenico
Algunas cosas son fundamentales e invariables. En tanto seres humanos, comemos, dormimos, vivimos y morimos. Independientemente de nuestro origen, color o estatus, tenemos eso en común. Para mantenernos vivos, el mundo produce más comida de la que podemos comer y sin embargo, el hambre y la desnutrición constituyen el principal riesgo de salud a nivel mundial. Cada año mueren más personas de hambre que de SIDA, Malaria y Tuberculosis juntas. 870 millones de personas en el mundo no tienen suficiente para comer. 98% de las personas en esta situación viven en países en desarrollo. De seguir escarbando en cuestiones de alimentación, hambre y nutrición nuevas paradojas emergen. Sin embargo, junto a ellas, se esconden oportunidades para mejorar la manera como vivimos.
Lamentablemente y en apariencia, paradojalmente, junto con el problema del hambre, el sobrepeso y la obesidad constituyen hoy en día la quinta causa de muerte a nivel global. Al menos 2.8 millones de adultos mueren cada año como consecuencia del sobrepeso o la obesidad. La OMS estimó que el 2011, más de 40 millones de niños menores de 5 años sufrían de sobrepeso. Este problema ya no se limita a los países de altos ingresos. El sobrepeso y la obesidad están aumentado en los países de bajos ingresos y de ingresos medios. De hecho, en los países en desarrollo coexisten altas cifras de niños hambrientos con más de 30 millones de niños con sobrepeso, frecuentemente, al interior de las mismas familias.
Todo esta conectado
Escarbemos más profundamente en la paradoja antes mencionada: Habiendo suficientes alimentos en el mundo para alimentarnos todos ¿Cuál es el problema? La respuesta es que las personas no comen lo que debieran y, con frecuencia, no pueden. La falta de acceso no sólo a los alimentos, sino en general a una dieta nutritiva, en particular a nivel local, a precios accesibles y con independencia de las variaciones estacionales; la falta de acceso al conocimiento necesario para tomar decisiones informadas a la hora de producir, procesar, almacenar, comercializar, distribuir, adquirir y preparar alimentos; la falta de datos e información para diseñar y analizar el impacto de  estrategias sobre la situación alimentaria y nutricional.
La respuesta larga sería que el hambre y la desnutrición constituyen un problema multifactorial que requiere una respuesta multidisciplinaria y una perspectiva de desarrollo más amplia que la que se pensaba anteriormente. La complejidad de esta problemática se ve crecientemente reflejada en los esfuerzos internacionales ahora dirigidos al doble objetivo de abordar el hambre y la desnutrición por un lado, y el rápido aumento de las enfermedades no transmisibles asociadas a la obesidad y el sobrepeso, por otro. Como si estos desafíos no fueran ya lo suficientemente grandes, la demanda por alimentos seguirá aumentando de aquí al 2050 como consecuencia del crecimiento poblacional estimado en más de 2.7 billones de personas. Extrapolaciones simples del sistema de alimentación actualmente prevalente, aquel en el que el 30% de la comida producida es desperdiciada, que no considera las necesidades dietéticas, responsable de la degradación del medioambiente y la pérdida de biodiversidad, no proporcionarán la respuesta. Requerimos un enfoque sustentable para ofrecerle a la población mundial dietas nutritivas sin acabar con los recursos naturales del planeta y agravar la pobreza.
Podría decirse que estamos asistiendo a un “despertar” entre una gran diversidad de profesionales y sectores, respecto de la necesidad de trabajar conjunta y horizontalmente a través de distintas disciplinas para enfrentar, de manera sustentable, el reto de la des- y la sobre-nutrición. Ya es de sentido común que para analizar y modificar las posibilidades nutricionales de un ser humano, debe adoptarse una “perspectiva del ciclo de vida” que empieza incluso antes de su concepción! Cada vez existe más evidencia que demuestra que los nutrientes que se reciben durante la fase gestacional hasta los cinco años de vida son cruciales para la salud y el bienestar de toda la vida. El debate entre diferentes sectores del desarrollo apunta cada vez más a la interconexión de estas diferentes agendas de desarrollo. El desafío del hambre y la malnutrición no puede emprenderse mirando únicamente la producción agrícola o las consecuencias clínicas de la malnutrición. También deben involucrarse esfuerzos en materia de educación, deben incorporarse elementos de género e incluir un análisis del rol de madres y padres en la nutrición temprana.
También debe revisarse la manera cómo los alimentos son producidos y su impacto ambiental. Nos hemos alejado de los sistemas tradicionales de alimentación que combinaban alimentos silvestres y domésticos e integraban cultivos y crianza, hacia una aproximación que busca maximizar la producción de un número limitado de especies con el objeto de lograr una distribución masiva. A medida que aumenta la conciencia respecto de la necesidad de contar con sistemas de alimentación locales resilientes, se hace más necesario revisar algunos de estos sistemas locales en zonas agro-ecológicas que sean representativas y ver qué podemos aprender de ellas, que valor podríamos agregarles y cómo podríamos proteger las buenas prácticas.
Por la vía de la optimización energética en la alimentación podríamos minimizar el daño ambiental y la pérdida de energía de los alimentos desde la cosecha y el procesamiento hasta el consumo y el reciclaje. Un paso clave es el desarrollo de alternativas al uso de cereales en la alimentación del ganado tales como el reciclaje de los deshechos y el uso de residuos de pescado. Esto podría tener un impacto positivo en reducir la deforestación para el cultivo.
Dado que la prevalencia de la malnutrición y la obesidad es mayor en contextos urbanos y que la urbanización está aumentando, no podemos dejar de preocuparnos por cómo mejorar el acceso a una alimentación saludable en tales entornos y por el potencial rol de los consumidores urbanos en la reestructuración del sistema de producción a través de la demanda. La planeación territorial y los vínculos urbano-rural son clave. Respecto de esto, un nuevo paradigma está emergiendo. Éste se orienta hacia sistemas alimentarias locales que suministran en las diferentes estaciones la combinación de alimentos sanos que integran una dieta balanceada, con cadenas productor-consumidor cortas para productos frescos y ricos en micronutrientes (como ser productos animales, verdura y fruta); sistemas que integren áreas urbanas y rurales en beneficio tanto de los pequeños campesinos como de los pobres urbanos. Por medio de esto se busca mejorar el manejo local de los sistemas de alimentación que son a la vez, locales y globales, más que constreñir las cadenas globales de producción de alimentos que contribuyen a la seguridad alimentaria en tantos países.
En pocas palabras, ya no podemos seguir evitando lidiar con la complejidad (que es característica de la vida humana). Esto no significa necesariamente que haya que ir desarrollando modelos cada vez más sofisticados, sino volver al sentido común y la mediación. La gobernanza en todos los niveles es clave para generar consenso entre los interesados de manera de responder a las necesidades y oportunidades locales, apoyar la alineación e integración geográfica de programas productivos y sociales, impulsar la colaboración intersectorial y armonizar la elaboración de políticas públicas.
Uniendo fuerzas
Swazilandia: Una clienta en la sección de productos lácteos en el supermercado Shoprite en Manzini, a 20km al sur de Mbabane. Foto: ©FAO-Giulio Napolitano
La comunidad internacional viene recorriendo, desde hace algunos años, un largo camino para lograr unir sus fuerzas y desarrollar estrategias innovadoras, varias de ellas encabezadas por las Naciones Unidas. Por medio deREACH Partnership (Esfuerzos Renovados contra el Hambre y la Desnutrición Infantil), por ejemplo, desde el año 2008 la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), han unido sus fuerzas para ayudar a los países con altos índices de desnutrición materno-infantil a ampliar las acciones tendientes a revertir esta situación. Otros ejemplos del surgimiento de acciones multisectoriales son el Zero Hunger Challlenge (Reto delHambre Zero), una coalición de más de 20 agencias de las Naciones Unidas y externas a este sistema que colaboran para erradicar el hambre en el transcurso de nuestras vidas, y el movimiento SUN (Scaling Up Nutrition, o sea fomento de la nutrición). Con el apoyo de la Secretaría General de Naciones Unidas, el Movimiento SUN congrega países y cientos de colaboradores a nivel mundial para promover políticas y acciones orientadas a reducir el hambre y a abordar todas las formas de malnutrición. Los países que han adherido a este movimiento, 34 a la fecha, se comprometen a desarrollar políticas nacionales, estrategias y planes de acción para mejorar la nutrición, incluso por medio del involucramiento de las distintas partes interesadas tales como la agricultura, la salud, la educación, la seguridad social, la sociedad civil y el sector privado. A su vez, promueve el involucramiento de las autoridades locales en tanto cumplen un rol fundamental para lidiar con la complejidad que significa la integración de estas distintas perspectivas.
Un último ejemplo de alianzas amplias es la Alianza contra el Hambre y la Malnutrición (Alliance Against Hunger and Malnutrition – AAHM). Establecida el año 2003 por recomendación de la Cumbre Mundial de Alimentación, cinco años más tarde, e inicialmente apoyada por las tres agencias para la alimentación con sede en Roma, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), elFondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), y Bioversity International, esta alianza provee una plataforma de encuentro de gobiernos y sociedad civil para la puesta en común de ideas y lecciones aprendidas y para el establecimiento de alianzas dentro y entre países. En la actualidad, la Alianza contra el Hambre y la Malnutrición apoya Alianzas Nacionales en 39 países. Todos estos constituyen ejemplos de esfuerzos colectivos para abordar temas vinculadas a la malnutrición. Su punto en común más importante es que todos ellos reconocen que ningún actor – o sector – puede resolver el problema de la malnutrición global por si mismo y que estas acciones deben ser conducidas por actores en cada país.
El sector privado juega un rol fundamental en la alimentación y la nutrición y ha estado involucrado en procesos y debates en torno al tema por muchos años. Algunos actores relativamente nuevos en el mundo de la nutrición son los Bancos de Alimentos – Food Banks – que canalizan los excedentes y productos alimentarios que no alcanzan los criterios comerciales vigentes, hacia la población que no tiene acceso a los alimentos, o bien, que necesita un suplemento a su dieta básica. Este concepto tiene muchos beneficios, por ejemplo, no solo aborda el problema de la falta de acceso a la alimentación, también reduce la cantidad de comida desperdiciada con evidentes beneficios medioambientales. Por otro lado, están quienes critican este tipo de iniciativas por la dependencia que la distribución de alimentos puede crear entre la población. Los ambientalistas evocan la necesidad de asegurar que los productos que se distribuyan sean donados localmente de manera que no se produzcan daños al entorno o a los productores locales por el ingreso de bienes traídos desde lejos. Otras voces críticas apuntan a los beneficios indiscutibles (y a vista de algunos, a la agenda oculta) que trae esto para el sector privado. En efecto, mediante este sistema éste accede gratuitamente a los mercados emergentes, posicionando sus productos y marcas entre una población que, de salir todo bien, saldrá de la pobreza para convertirse en consumidora de masas.
Sin desmedro de la diversidad de opiniones respecto del rol del sector privado en las políticas para el desarrollo, su involucramiento es necesario e inevitable. En efecto, como bien menciona el Movimiento SUN, “el sector privado es ahí donde la mayoría de la gente accede a la mayoría de los productos y servicios para satisfacer la mayoría de sus demandas”. En vista de esto, el Movimiento SUN ha establecido una red de empredidores con el objeto de aprovechar el conocimiento del sector y aplicar sus fortalezas y ventajas comparativas para mejorar la nutrición y generar oportunidades de negocio orientadas a mejorar los esfuerzos en torno a la agricultura, el desarrollo de productos, la infraestructura, los canales de distribución y la investigación para la innovación.
Otra voz en el amplio debate en torno al sistema global de mercados de alimentos y sus corporaciones promueve la noción de “soberanía alimentaria” (food sovereignty), acuñado por primera vez por el movimiento Via Campesina en 1996 y a partir de entonces, abocado por pequeños campesinos y campesinas, indígenas, juventud rural y organizaciones ambientalistas. Ellos sostienen que cualquier sistema o políticas alimentaria debiese estar guiada por las necesidades de quienes producen, distribuyen y consumen estos alimentos más que por las demandas de los mercados y corporaciones que, a su parecer, han llegado a dominar el sistema mundial de alimentación.
2015: Hacia una agenda de desarrollo más lista y real?
Nos guste o no, tenemos que abandonar el enfoque compartimentalizado y empezar a elaborar estrategias holísticas para abordar el desafío del hambre y la malnutrición de manera sustentable.Esto aplica para la comunidad internacional ampliada – los países miembros de las Naciones Unidas y los fondos de las NNUU, programas y agencias especializadas, el sector privado, la academia y la sociedad civil. En lo que respecta las Naciones Unidas, el ultimo mensaje de la Asamblea General y el Secretario General otorga nuevo ímpetus al enfoque de “Unidos en la acción” (Delivering as One) y a otras iniciativas destinadas a fortalecer la coherencia interna, la eficiencia y incidencia del trabajo de Naciones Unidas en la promoción del desarrollo. La malnutrición puede proveer el punto de entrada integrado que nos llevará a operacionalizar esta unión en la acción.
Si lo que buscamos es desarrollo sustentable, tendremos que combinar economía, equidad social y manejo del medio ambiente. Los enfoques sectoriales deben ser reemplazados por un modelo integrado. La alimentación y la nutrición están en el cruce de estas áreas técnicas y requieren una aproximación conjunta. Hacer frente a esta complejidad puede lograrse de manera más efectiva a nivel descentralizado, ahí donde las instituciones locales se enfrentan a todos estos temas de manera concreta. La planificación territorial basada en una zonificación agro-ecológica puede ayudarnos a encontrar respuestas y a aprender. Sin embargo, el compromiso político y los marcos legislativos deben habilitar y pavimentar el camino para que tales soluciones locales ocurran. Todo esto pone a la gobernanza en el centro, no solo en términos de asegurar el derecho a la alimentación, sino también de elaborar las respuestas intersectoriales requeridas para enfrentar el desafío del hambre y la malnutrición en la mejor medida posible para cada contexto nacional.
Otro impulso para el cambio de mentalidades lo constituye el proceso de elaboración de la nueva agenda para el desarrollo post-2015. Dado que los Objetivos del Milenio (ODM) elaborados el año 2000 caducan el 2015, el mundo, bajo la coordinación y gestión de las Naciones Unidas, está llevando a cabo consultas a nivel local, regional y global con el objetivo de definir una agenda de desarrollo para la era post-2015 (www.worldwewant2015.org). Mientras los ODM, en términos generales, eran una agenda de desarrollo formulada por el Norte Global para el Sur Global, fuertemente enfocada en la reducción de la pobreza y el desarrollo de agendas sectoriales ya existentes, el debate actual esta diseñado para permitir una agenda verdaderamente global para ambos, el Norte y el Sur, la convergencia de los enfoques  bottom up  y top down, y un foco mucho más amplio que promueva la idea que, para ser de largo plazo y para todos, el desarrollo debe ser sustentable. La nutrición se presta como un punto de partida ideal para una agenda de desarrollo común entre el Sur Global y el Norte Global: la producción, provisión y consumo exitosos de alimentos constituyen el resultado último del desarrollo sustentable. Independientemente de las formas individuales que pueda asumir la malnutrición (retraso en el crecimiento, deficiencia de micro-nutrientes, sobre nutrición), el grupo poblacional más afectado es el de quienes se encuentran social y económicamente marginalizados. La nutrición debe, en consecuencia, ser una alta prioridad en el desarrollo de las agendas de todos los países, con independencia del tipo de malnutrición que enfrenten.
Los temas claves que emergieron de la Consulta Temática Global sobre Seguridad Alimentaria y Nutrición Post-2015 organizada por la FAO y PMA, son indicativos del surgimiento de nuevas bases: por ejemplo, la centralidad de la noción de interconexión y carácter multidisciplinario de los problemas y sus soluciones: “La acción positiva en la agricultura, alimentación y nutrición está íntimamente ligada con y contribuye directamente a los temas de pobreza, salud, agua y saneamiento, salud materno-infantil, sustentabilidad ambiental, cambio climático, resiliencia y equidad”. Más aun, el compromiso político y el buen gobierno en todos los niveles, incluido un enfoque de derechos y un marco de responsabilización, están siendo destacados. Mucha importancia se le está acordando a la necesidad de asegurar un crecimiento sustentable, a la diversificación de la producción de alimentos y a la creación de sistemas de alimentación sustentables, en un contexto de rápida urbanización, cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales y la creciente competencia por tales recursos. En síntesis, tenemos que lograr lo más posible con lo que tenemos a disposición. Mientras tanto, se debe invertir en la protección social de los más vulnerables manteniendo el foco en el desarrollo humano como la base del crecimiento de largo plazo.
Las lecciones aprendidas tras 12 años de implementación de los ODM debieran guiarnos en la elaboración de la agenda post-2015. Un punto importante es justamente el fracaso del formato de los ODM para dar cuenta de la interdependencia entre los distintos objetivos del desarrollo. Al ser presentados separadamente, como objetivos sectoriales, los ODM han indirectamente promovido una aproximación compartimentalizada al desarrollo. A partir de esto, la implementación de políticas y programas diseñados para alcanzar los ODM no consideraron las sinergias entre los distintos objetivos. Si bien respondían a lógicas institucionales bien delimitadas, olvidaron el hecho que, por lo general, las familias pobres enfrentan problemas en todos los sectores y que, a menos que reciban un apoyo integrado para salir de la pobreza, ninguna solución será sustentable. El proceso de formulación de la nueva agenda para la era post-2015 representa por lo tanto una oportunidad única para que la comunidad internacional desarrolle una nueva aproximación que de cuenta de los vínculos entre las distintas esferas del desarrollo para la elaboración de políticas más efectivas. De hecho, como bien se señala en la visión de la Reunión de Alto Nivel sobre Hambre, Seguridad Alimentaria y Nutrición hacia una agenda de desarrollo Post-2015 de Abril del 2013, una solución “win-win” es posible: “Estrategias exitosas para una erradicación durable del hambre, de la inseguridad alimentaria y la mal nutrición también contribuirá a un crecimiento económico sustentable y al desarrollo humano”.
Si bien la agenda post-2015 promete mucho, la acción conjunta no puede esperar mientras 1 niño muere de hambre cada 6 segundos y la obesidad mortal sigue aumentando en el mundo. Nuestra condición de seres humanos es invariable pero la duración y calidad de nuestras vidas individuales no. Algunos de nosotros viviremos sanos. Muchos sin embargo vivirán vidas más cortas y pasarán hambre, y algunos serán obesos y experimentarán una calidad de vida reducida, simplemente por las condiciones en las que nacieron, fueron alimentados y criados. Puede parecer muy complicado, y de hecho lo es. Pero al mismo tiempo, es también muy simple. Todo está conectado.

[i]Sobre las autoras:
Louise Agersnap trabaja actualmente como Especialista en la Coordinación Regional del grupo de desarrollo de Naciones Unidas para América Latian y el Caribe (UNDG LAC). 
Florence EGAL ha trabajado para la FAO desde 1990 en seguridad alimentaria, nutricion y subsistencia.   
Martina PARK es oficial de nutrición asociada de la FAO desde 2011.



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